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No se puede estar más equivocado. La bondad es la virtud sin la cual es imposible alcanzar el éxito. Es verdad que, por sí sola, no es suficiente para llegar a él. Al fin y al cabo, la vida es una ecuación y en ella influyen varios factores. Seguramente debe ir acompañada de talento, voluntad (automotivación) y oportunidad. Pero no cabe duda de que sin ella estamos muy perdidos.
La bondad siempre mira a largo plazo, de forma global -porque no es individualista-, tiene visión de futuro, es paciente y generosa, no busca la satisfacción inmediata y siempre ve más allá. El tío que es malo puede llegar lejos muy pronto engañando a quien se le ponga por delante, pero tarde o temprano la fastidia. Deja de ser querido (tal vez nunca lo fue) porque es incapaz de querer y de pensar en los demás. No tiene en cuenta el factor humano de sus decisiones y eso, al final, pasa factura. Normalmente, su visión del mundo también es negativa y justifica sus actos pensando que él poco puede hacer por cambiar las cosas, que sólo puede dejarse llevar en una sociedad que vaga a la deriva, que tiene que devorar para no ser devorado, etc. O sea, que al final se convierte en una víctima. El pobrecico...
Y luego está la conciencia. El que sabe que ha hecho todo lo que ha estado en su mano para contribuir a un bien no se flagela si al final todo se desmorona, pero aprende de sus errores para hacerlo mejor la próxima vez. El que anda siempre con chanchullos, engañando a la gente para alcanzar su propio bienestar, pisando al que tiene debajo para subir peldaños, llega un momento que tiene que echar la vista atrás y enfrentarse a sus actos. Quizá sea tarde, pero ese momento llega. A veces, viene obligado por la acción de los demás (que no son tontos y se dan cuenta de la manipulación). Otras, por un examen interno. El caso es que se cae del pedestal y le sobreviene una depresión de caballo (esto solo en caso de lucidez de conciencia). Así que, en última instancia, nunca ganan los malos.
El respeto real se obtiene de la bondad, y sin respeto -propio y ajeno-, no hay éxito que valga. Es la única virtud que es capaz de transmitir al mismo tiempo amor, tolerancia, verdad y generosidad. Además, así como otras virtudes nos vienen (o no) dadas, tales como la belleza o la inteligencia, la bondad depende de nosotros. Podemos ser todo lo buenos que queramos, pero cuesta. A veces cuesta más que hacerse una operación de cirugía estética para estar más guapos. Pero el resultado merece mucho más la pena.