viernes, 6 de noviembre de 2009

Cuestión de narices


Gracias a los sentidos, las personas permanecemos enraizadas a este mundo. El oído, la vista, el tacto o el gusto nos permiten reconocer todo lo que existe. Pero el olfato es, de largo, el que más memorias vívidas es capaz de evocar.

Un trabajo publicado recientemente en 'Current Biology' explora minuciosamente los entresijos de la memoria olfativa. El estudio revela cómo los olores se quedan grabados en el cerebro, y eso que la evolución nos ha privado de la magnitud olfativa propia de los animales. En nuestro mundo, distinguir los olores ya no es una cuestión de supervivencia pero el cerebro de los seres humanos conserva aún algunos vestigios de lo que al principio de los tiempos fue un potente sentido. Así, podría decirse que las personas que tienden a olerlo todo poseen un mayor instinto animal o primitivo que aquellas que se sirven única o principalmente de la vista, por ejemplo.

Investigadores del Instituto Weizmann de Ciencia (Israel) describen un sorprendente descubrimiento: la primera asociación de un objeto con un olor tiene una representación cerebral única. "Esta grabación de los recuerdos olorosos iniciales es similar para los olores agradables y desagradables, pero es única a estas sensaciones", explican. Esta capacidad para recordar olores concretos es muy sorprendente si se tiene en cuenta que las neuronas del epitelio olfatorio tienen una vida media de 60 días. Tras su muerte, son reemplazadas por otras células nerviosas que deben establecer de nuevo las sinapsis. Una extremada precisión en el recambio celular (cada sustituta ocupa un lugar concreto) permite que los recuerdos no desaparezcan.

Cualquiera, por su experiencia personal, sabe de la capacidad del olfato para traer o evocar recuerdos. La sensación que producen los olores en nuestra memoria puede ser más fuerte, profunda y real que la que nos brinda la vista, el oído o el gusto. Sin embargo, hay más datos que hablan de las profundas raíces de este sentido. Por ejemplo, la pérdida total del olfato (denominada anosmia) puede ser un síntoma precoz del Alzheimer, el síndrome de Churg-Strauss u otras enfermedades neurodegenerativas. Pero también puede ser un simple resfriado. De cualquier modo, sería bueno que a partir de este momento dediquemos parte de nuestros esfuerzos a mantener despejadas las fosas nasales. Y ahora que sabemos que los recuerdos olfativos permanecerán en el disco duro por bastante tiempo, haremos bien en 'meter las narices' en todo aquello que queremos y nos haga sentir bien. Sólo entonces, tal vez podamos responder a la pregunta de a qué huelen las nubes o a qué huele la amistad, el amor... o la vida misma.