viernes, 14 de agosto de 2009

Celebra la vidaaaaaaa

Un paso de gigante en el tratamiento del cáncer

Tiene 100 veces más poder que la quimioterapia y ataca de forma selectiva a las células madre del cáncer, que son las responsables del crecimiento de los tumores y de su recurrencia. Hasta ahora, estas células han resultado inmunes a los tratamientos convencionales contra esta enfermedad, pero el descubrimiento de un equipo de investigadores en EEUU puede hacer ahora que se abra una nueva esperanza en el desarrollo de terapias antitumorales.

Los científicos del Instituto Tecnológico de Massachusetts explican en un reportaje de la revista "Cell" que muchos tratamientos contra el cáncer, aunque matan a la mayor parte de las células tumorales, fracasan finalmente porque no eliminan las células madre del cáncer, que sobreviven para regenerar los tumores. Estas células representan una pequeña proporción de todas las que conforman un tumor, lo que dificulta su aislamiento. Además, es complicado manejarlas en el laboratorio, un obstáculo más para investigar con ellas. Para tratar de salvar estos escollos, los investigadores manipularon muestras de tumores de mama para potenciar la presencia de las células madre.
Tras someterlas a un proceso llamado transición epitelio-mesenquimal (importante en fenómenos como la aparición de metástasis), comprobaron que el número de células madre había aumentado 100 veces, así como la resistencia de la población a la quimioterapia.
Después, analizaron el efecto sobre estas células de 16.000 compuestos, que incluían extractos naturales y principios comercializados. El proceso era sencillo: se escogía un grupo de células y se cultivaba durante un día; después se añadía el agente químico y tres días más tarde se observaba si las células habían muerto y en qué grado.

Pues bien: el 10% de los compuestos redujo la viabilidad de los cultivos pero, de ellos, el 98% no atacaba de forma selectiva a las células madre cancerígenas sino también al resto.

Tras numerosas pruebas, los investigadores dieron con el candidato ganador: la salinomicina, un compuesto con propiedades antibióticas que redujo 100 veces la proporción de células madre de cáncer en comparación con los anticancerígenos comunes. Además, las células tratadas con esta sustancia tenían menos capacidad para causar tumores al ser inyectadas en ratones.

Esta investigación puede resultar todo un hallazgo, al suponer una vía muy útil en la terapia contra el cáncer. Así, en el futuro, los tratamientos podrían combinar los fármacos tradicionales con otros especialmente creados para acabar con las células madre cancerígenas, que son la madre del cordero.

Ojalá sea así. Por el momento, es una de las mejores noticias con las que me he topado en los últimos meses. A ver si continúa la racha.

lunes, 10 de agosto de 2009

Me quedo con el amor

Dicen que tres cosas hay en la vida: salud, dinero y amor. Y también dicen que el que las tenga todas, que le dé gracias a Dios. Intuimos que la felicidad absoluta no existe, por eso nos empeñamos muchas veces en elegir entre una y otra, aunque nos cueste. Y en cuanto elegimos, nos damos cuenta de que no podemos vivir sin las otras dos. Después de pensarlo mucho, si he de quedarme con una sola, elegiría el AMOR. No creo que haya otro sentido en la vida que dar y recibir amor. Y lo digo precisamente en un momento en el que he podido comprobar que la falta de salud te las hace pasar canutas, porque sin ella poco se puede hacer. Pero por sí sola no da la felicidad, igual que el dinero.

El Amor es el único sentimiento que tiene la capacidad de hacer feliz por sí mismo, aun faltando los otros dos factores en la ecuación. Es universal, tiene el poder de trascender todo y a todos, y en su concepto más amplio involucra al alma, lo más íntimo y espiritual de cada ser humano.

Normalmente se asocia con el amor romántico, una relación pasional entre dos personas. Sin embargo, sus tentáculos llegan a todas las relaciones, tales como el amor platónico, el amor a uno mismo (o autoestima), el amor filial (entre padres e hijos), el amor fraternal (entre hermanos y otros parientes), la amistad (que viene de la necesidad de socialización), el amor al prójimo (que nace a su vez del uso de la facultad que tenemos de empatizar y tolerar), el amor a los animales y a las plantas, el amor hacia Dios (devoción) y el amor Universal, que es el que todas las personas pueden llegar a sentir por el medio natural en que viven.

Me quedo con el amor porque, en definitiva, será lo que quede cuando yo me vaya. Seguramente, el dinero y la salud me habrán permitido tener una buena o mala calidad de vida, pero eso depende de muchos factores, entre ellos, la suerte. El amor, sin embargo, sólo depende de nosotros. Es un arte, una acción voluntaria que se emprende y se aprende, no una pasión que se impone contra la voluntad de quien lo vive. Es decisión, elección y actitud. Requiere esfuerzo, contemplación y conocimiento. Y eso no desaparece en cuanto dejamos de existir, porque deja una huella que no puede borrarse jamás.
Me quedo con las montañas, el mar, los atardeceres, la lluvia, el sol y el viento.
Me quedo con las sonrisas, el afecto, las lágrimas, el ánimo, el consuelo, el abrazo y los besos.
Me quedo con la música.
Me quedo con lo que pueda amar para siempre.

Incluso desde el punto de vista de la Biología, el amor está relacionado con la supervivencia del individuo y de la especie. Si la supervivencia es el fin biológico más importante, es lógico que los humanos le confiramos un sentido muy elevado y trascendente.

Además, el arte de amar conlleva dejar atrás algunos hábitos perjudiciales para la salud como el rencor, la envidia, la lujuria, la ira, las disputas, etc., lo que repercute también en el bienestar de nuestro cuerpo serrano (al que también debemos amar mucho). Si estos defectos tan típicamente humanos los dejáramos de lado, seguramente nos ahorraríamos muchos disgustos, dolores de cabeza, infartos, úlceras, depresiones, y desgracias varias. Así que la práctica del amor puro y duro lleva aparejada una salud de hierro. Pero claro, ¿podemos los hombres amar real y plenamente? Pues eso es lo difícil, porque humanos somos y los defectos nos vienen de serie.

Sin embargo, tenemos la suerte de comprobar que se puede tender a la santidad, que es la cualidad de aquellas personas cuyo amor está cercano al Amor Universal o a Dios, es decir a la humanidad, la naturaleza, el arte o la belleza, lo que se asocia con otras virtudes o capacidades como la empatía, el sacrificio, la contemplación, etc.

Para un cristiano, amar a Dios sobre todas las cosas y amar al prójimo como a uno mismo son las dos cosas más importantes en la vida. Tanto es así que San Agustín dijo un día: "Ama a Dios y haz lo que quieras". Y es que el amor a Dios lleva implícito TODO el sentido de la existencia humana.

El amor es la manifestación de un estado del alma o de la conciencia. Podría decirse que es Dios mismo. Por eso, independientemente de nuestros actos, de nuestra apariencia, o de nuestras debilidades, tenemos dentro algo bondadoso y puro capaz de todo lo mejor. De nosotros depende hacerlo aflorar; de que, con esfuerzo y constancia, pueda tender a la excelencia.