lunes, 30 de marzo de 2009

Música para despertar neuronas

Aunque parezca simplista, a nuestra cabeza lo que más le interesa son las emociones que le evocan las cosas que suceden a su alrededor, poco más. En casos extremos, en personas que han sufrido un ictus, por ejemplo, sus ojos sí ven, pero su cerebro no es consciente de la información visual. Son virtualmente ciegos. Sin embargo, una investigación publicada esta semana en la revista 'Proceedings of the National Academy of Sciences' apunta a que escuchar su música preferida podría aliviar esta sensación.

La mejoría en la visión no se debe a que la música les haga estar más atentos, sino a que ésta produce una reacción emocional positiva en los pacientes. O, como explica desde la Universidad de Granada María Jesús Funes, "es como si la emoción fuese capaz de modular esas áreas visuales y, en consecuencia, las comportamentales". Además, escuchar música placentera activa regiones cerebrales implicadas en las respuestas emocionales positivas, como la amígdala o la corteza orbito-frontal izquierda. "La activación de estas regiones emocionales está relacionada con la reactivación de otras zonas alrededor del infarto", añade la investigadora. Es como si las notas musicales fuesen capaces de activar conexiones perdidas alrededor de la zona dañada por el ictus.

A pesar de las evidencias que hay en otras ramas sobre los beneficios de la música (para recuperar la función respiratoria y cardiovascular, reducir el estrés y la ansiedad e incluso como 'analgésico' natural contra el dolor), los estudios sobre su papel en la rehabilitación de trastornos neurológicos son escasos. En 2008, un trabajo de investigadores finlandeses publicado en la revista ‘Brain’, demostró su capacidad para acelerar la recuperación cognitiva en las primeras semanas después del ictus.

En aquella ocasión se estudiaron 60 pacientes afectados y se demostró que una o dos horas de su música favorita al día les hacía estar más atentos, menos deprimidos y confusos, y con mejores puntuaciones en las escalas de memoria verbal. Aunque eso sí, no vale cualquier tipo de música, tiene que ser la que más les guste.
Ahora la intención es ampliar el uso de la música a las unidades de hemodiálisis de los hospitales, a los niños trasplantados, con cáncer..., y también a pacientes con Alzheimer o a las mujeres con cáncer de mama. Además, la musicoterapia está dando muy buenos resultados en los bebés de cero a seis meses que permanecen ingresados en las unidades de cuidados intensivos. Está comprobado que mejora su frecuencia cardiaca y respiratoria, además de la saturación de oxígeno en la sangre.
Lo que la música no sea capaz de hacer...

viernes, 20 de marzo de 2009

Tiempo de margaritas


Todos los años por estas fechas me pasa lo mismo. Tan pronto estoy eufórica como de bajón. La ciclotimia es mi estado natural durante unos cuantos días y, por mucho que me rebele, poco puedo hacer para evitarlo. Sí, mi relación con la primavera tiene algo de perturbador, así que me afectan para bien o para mal sus idas y venidas. El aire que respiramos se carga de polen, lo que deriva en una buena alergia, a lo que le sigue la consabida astenia. El Multicentrum ya no es suficiente y necesito otras maneras de cargar las pilas. Mi organismo se pone a prueba y, aunque acabe ganando la partida, la lucha le deja una sensación extraña. Y es que la primavera entra por mis ojos como el estallido de una revolución.

Eso sí, no puedo negar que es un mal necesario que me prepara para disfrutar de lo que deja a su paso: paisajes hermosos, brisas suaves, etc, etc. ¿Quién no ha recibido con gusto el sufrimiento alguna vez a sabiendas que lo que vendrá después le compensará con creces? Pues eso.

Así que hoy voy a recibir a la primavera con resignación, pero con la esperanza de que cambie un montón de cosas a su paso. Que se lleve lo malo y que haga florecer lo bueno. Aunque duela, aunque tengamos que prescindir de las ramas viejas para que broten otras nuevas.
Mientras tanto, deshojaremos las margaritas.

lunes, 16 de marzo de 2009

RECICLA LO QUE PUEDAS


El reciclaje es fundamental por dos cuestiones: la primera, para cuidar del medio ambiente evitando la acumulación de residuos; y la segunda, para optimizar nuestros recursos. Pero no en todos los puntos del planeta se reciclan las mismas cosas, eso depende de la cultura, la situación económica, las circunstancias y los estilos de vida de cada país. Por ejemplo, en Kenia ahora se reciclan chanclas.

Se trata de un innovador proyecto medioambiental que se está convirtiendo en un arma frente a la invasión de basura procedente de Asia. Y es que las chanclas han sido siempre una auténtica pesadilla para los habitantes del norte de Kenia, que llevan tiempo quedándose pasmados ante la cantidad de zapatillas que las mareas arrastran hasta sus costas. Ya no saben qué hacer con ellas. Es una plaga que hay que erradicar, y qué mejor forma que intentar sacar partido de la situación transformando estas chanclas en todo tipo de utensilios.

Julie Johnstone, experta en corales y fundadora de la innovadora The Flip Flop Recycling Company, una empresa única en el mundo especialista en la recogida de este tipo de calzado, explicó que la Corriente de Somalia provoca que cada año miles de pares de chanclas procedentes de China, la India, Malasia e incluso Madagascar acaben en las playas de Kenia. Sólo en 2008, los 150 colaboradores que la empresa tiene patrullando las playas kenianas recogieron 12.000 kilos de chanclas desechadas, o el equivalente a 36.000 pares. En sus cuatro años de vida, han recogido 70 toneladas. Johnstone denuncia que los océanos se han convertido en inmensos vertederos de basura de todo el mundo, motivo por el cual sufren unos niveles de contaminación tan altos. De hecho, la experta asegura que existe un vertedero flotante de un kilómetro de profundidad que se extiende entre Japón y Hawai, donde se acumula una masa flotante de plásticos y desechos que equivale a dos veces el tamaño de Estados Unidos.

Desde Nairobi, centro de operaciones de The Flip Flop Recycling Company, se coordina la recogida y transformación de chanclas. Pero la empresa también se encarga de que la tarea tenga un fin social, proporcionando un trabajo a los más necesitados, especialmente a las mujeres. "Nuestro objetivo es limpiar el mar, pero también dar un trabajo creativo a los locales, que, de esta manera, aprenden que el arte puede ser una salida al desarrollo", explica Johnstone. "La idea es lanzar el mensaje de que en África tenemos la solución a problemas globales como la contaminación de los océanos".

Todo empezó en la isla keniana de Kiwayu, en la frontera con Somalia, donde Johnstone trabajaba entonces. "De repente un día descubrí que las mujeres locales se dedicaban a recoger las sandalias y que muchos niños las convertían en juguetes". Hoy, The Flip Flop Recycling Company no sólo hace juguetes, sino también todo tipo de complementos y útiles a partir de chanclas, pero también de bolsas de plástico, neumáticos y todo lo que salga del mar.

martes, 10 de marzo de 2009

"BAD BOYS"

Mi corazón adolescente siempre perteneció a los Pistons de Detroit. Con la edad, mis gustos se han refinado y ahora se inclinan hacia el lado de Los Ángeles Lakers, pero en plena ebullición de hormonas, allá a finales de los 80 y principios de los 90, el baloncesto de los "bad boys" me traía loca. Su manera de interpretar el juego, más agresiva, intensa y física de lo que se había visto hasta entonces revolucionó la NBA y su manera de entender el basket.

Así que ahí estaba yo todos los viernes por la noche escuchando a uno de los mejores comentaristas que ha dado este deporte, Ramón Trecet, y disfrutando con mi equipo, como cualquier aficionado. Me tocaron los mejores años de los Pistons. Tras unas décadas (60 y 70) dominadas por la mediocridad, en 1981 la suerte empezó a sonreir a la franquicia tras la selección de Isiah Thomas en el puesto número 2 del Draft de ese año. Al año siguiente, en 1982, adquirieron al pívot Bill Laimbeer (puesto 21 de la tercera ronda) y a Vinnie "microondas" Johnson, llamado así por su habilidad para anotar muchos puntos en poco tiempo. En 1985 se incorporó el escolta Joe Dumars (también procedente del Draft, en la 18ª posición) y Rick Mahorn (conocido como Baddest Bad Boy of them all -el más malo de los chicos malos-) de un traspaso con Washington Bullets.

No fue hasta 1987 cuando Chuck Daly, el entrenador, se dio cuenta de que, para ganar partidos, su estilo debía volverse más agresivo y orientado a la defensa, un método que siguió al pie de la letra el equipo, que pronto se ganó el apodo de "Bad Boys". A partir de ese año se fichó a otros jugadores que llegaron a ser claves en el equipo como John Salley (seleccionado en la undécima posición del Draft) y Dennis Rodman (¡elegido en la 27ª posición de la segunda ronda!! -¿alguien se lo puede creer?-). Con la plantilla ya conformada, el equipo llegó ese año a las Finales de Conferencia contra los todopoderosos Celtics, equipo que los eliminó en unos partidos muy disputados.

Tan mal les sentó esta eliminación, que los Pistons ajustaron más su estilo "bad boy" y vengaron sus eliminaciones anteriores ante el equipo de Larry Bird en las Finales de Conferencia de 1988 derrotándole en seis partidos y avanzando a las finales de la NBA por primera vez en su historia. Su primera experiencia en las finales fue frente a Los Ángeles Lakers, liderados por Magic Johnson (íntimo amigo de Thomas), James Worthy y Kareem Abdul-Jabbar. Después de unas finales muy reñidas, los Pistons perdieron el campeonato en el 7º partido con un Isiah Thomas tocado por una lesión en el tobillo.

Sin embargo, en 1989, con la entrada en el equipo de Mark Aguirre, los Pistons se desquitaron llegando de nuevo a las Finales frente a los Lakers y ganando su primer anillo en solo 4 encuentros. Un año más tarde, en 1990, volvieron a defender exitosamente su título anterior. El equipo llegó a las Finales de la NBA por tercera vez consecutiva ganando el decisivo encuentro por 93-74 a los Portland Trail Blazers. Isiah Thomas fue nombrado el MVP de The Finals.

A partir de 1991 fueron perdiendo fuelle y yo empecé a salir más por ahí, con lo que mis citas del viernes por la noche cambiaron de escenario. En 1993 se retiró del baloncesto Bill Laimbeer, y en 1994 lo hizo Thomas, quien había desarrollado toda su carrera en los Pistons (su camiseta con el número 11, igual que la de Laimbeer con el 40, fue retirada como homenaje por Detroit). Y ya nada volvería a ser como antes. Pero que les quiten lo bailao. Un equipo sin estrellas deslumbrantes (quizá fuera Thomas el único) fue capaz de imponerse a los mejores a base de intensidad, ganas e incluso vehemencia. Y es que todos contaban. Joe Dumars formó, junto a Thomas, una de las mejores parejas base-escolta de la historia de la NBA. Jonh "Spider" Salley, que asumió desde el principio su condición de sexto hombre en el equipo, se ganó este apodo por la forma de intimidar bajo el aro a sus oponentes con sus interminables brazos. Dennis Rodman, antes de teñirse el pelo y desvariar con sus excentricidades, tenía unas habilidades defensivas fuera de lo común (provocaba como nadie las faltas en ataque del contrario) y era uno de los mejores reboteadores del momento (llegó a promediar 18 rebotes por partido). Además, Rodman fue el jugador con mejor porcentaje de tiro de campo en 1989 y durante esos gloriosos años tuvo una intensa ética de trabajo y una gran fuerza física, ya que procedía del atletismo. No jugó nunca al baloncesto hasta que el año que cumplió los 18 creció 27 centímetros de golpe (mide 1,98 m.). El fuerte carácter de Laimbeer también empujó al equipo en momentos decisivos. Era un buen anotador y un excelente reboteador. Tras 14 temporadas en la liga, llegó a ser el decimonoveno jugador de la historia en conseguir más de 10.000 puntos y 10.000 rebotes.

En definitiva, un estilo de juego donde triunfa un carácter, una forma de entender el baloncesto y, fundamentalmente, un equipo donde cada uno tiene muy claro su papel, donde todas las piezas encajan para que el engranaje funcione a la perfección. Lástima que el reinado no durara más años, me hubiese ahorrado muchos momentos insustanciales de viernes noche a partir de los 17 años.