jueves, 18 de junio de 2009

Tentaciones y autoengaños

Lo que no mata, engorda, aunque no sea siempre lo más saludable. Y lo que engorda, suele estar buenísimo -qué penica más gorda-. Aunque hay un trecho entre pasarse algún día con la comida y estar gordo como un camión, las elevadas tasas de obesidad que se observan actualmente en muchos países ha llevado a buena parte de las cadenas de comida rápida a incorporar a sus menús ensaladas y frutas. Pero por lo que se desprende de un estudio reciente estadounidense, esto no significa que los consumidores las acaben pidiendo. De hecho, irónicamente, el efecto es el contrario: la simple visualización de una ensalada en un menú lleva a muchas personas a elegir la opción menos saludable. Con solo ver la ensalada y considerar si pedirla, algunos de nosotros sentimos que ya estamos haciendo algo bueno. Ole, ole y oleeee. Ni rastro de complejos de culpa.

"Vemos la ensalada y pensamos que ayer ya comimos una y que mañana comeremos otra, y el resultado es que acabamos pidiendo la hamburguesa con patatas fritas", explica Gavan Fitzsimons, profesor de Marketing y Psicología de la Escuela de Negocios Fuqua de la Universidad de Duke en Durham, Estados Unidos. "En este caso, la mera presencia de la ensalada tiene un efecto liberador. Considerar pedirla ya satisface la necesidad de tomar decisiones buenas para la salud, y da licencia para caer en la tentación", añade Fitzsimons. En el estudio, publicado en el Journal of Consumer Research, también se observó que cuando a los participantes se les daba a elegir entre un plato de patatas fritas, uno de nuggets de pollo y otro de patata al horno con mantequilla y crema agria, sólo el 10% eligió el más calórico, las patatas fritas (aunque poco se deben llevar entre ellos). En cambio, cuando a este menú se le añadió una ensalada, el número de personas que optó por las patatas fritas subió al 33%. Y es que debieron pensar que, total, de perdidos al río.

En otro experimento, el 37% de participantes eligió una hamburguesa con queso y beicon cuando al menú ofrecido se añadía una hamburguesa vegetariana (las otras opciones eran un bocadillo de pollo y otro de pescado). Cuando la hamburguesa vegetariana no aparecía en el menú, sólo el 17% de los participantes optó por la hamburguesa con queso y beicon.
En términos más generales, según el investigador, mucha gente que antes no habría ni entrado en un establecimiento de comida rápida, ahora lo hace porque sabe que puede pedir platos sanos. De aquí que muchas cadenas de comida rápida como McDonald's hayan incrementado sus beneficios recientemente, pero no por el aumento del consumo de ensaladas sino de las hamburguesas y patatas fritas. Y es que, no nos engañemos, nadie entra a un sitio de estos a comerse una ensalada. El que tiene como objetivo comer sano evita a toda costa frecuentar este tipo de restaurantes. Y, si acaba yendo y cayendo en la tentación, debe admitir que es vulnerable como cualquier ser humano que se precie.

Tampoco sirve de mucho que se publique el contenido calórico del alimento en cuestión al lado del precio. Otro trabajo realizado por la Universidad de Carnagie Mellon, en Pittsburg, reveló el efecto que tiene esta medida en los consumidores. Así, los investigadores estudiaron la elección de los clientes en establecimientos de comida rápida en Nueva York, antes y después de que entrara en vigor la ley que obliga a este tipo de restaurantes a publicar la información calórica. Sorprendentemente, las personas que estaban a dieta acabaron consumiendo más calorías después de que entrara en vigor dicha ley. ¿Será posible????

Está claro que la tentación, en estos casos, no está representada por una brillante, roja y sana manzana.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Nadie entra a un Mc Donalds a tomarse una ensalada, para eso están otro tipo de establecimientos, ¿no? Lo que pasa es que les viene bien dar la imagen de que ofrecen variedad y comida saludable, aunque luego la gente se ponga morada de hamburguesas y patatas fritas.

Anónimo dijo...

Con las hamburguesas me pasa como con la Coca-Cola. ¡Dios mio! ¿que tendrán?. Las como y la bebo pocas veces, pero confieso que hago un esfuerzo para no hacerlo a menudo.