Aunque a estas alturas ya sabemos (por propia experiencia o porque tenemos mucha información) que el consumo excesivo de alcohol es malísimo para la salud, beber de poco a moderadamente puede repercutir positivamente en nuestro corazón. Y no sólo eso. Un nuevo estudio japonés llevado a cabo durante casi 10 años ha demostrado que este efecto protector es incluso más acentuado entre los bebedores sociales; es decir, aquellos que se toman esa copita acompañados de amigos, familiares o compañeros de trabajo.
Eso sí, hay que advertir que esta conclusión se refiere sólo a los niveles más bajos de consumo, que son unos 300 gramos a la semana como mucho. Así que nada de darse al alcohol a tontas y a locas. Un grupo de investigadores de la Universidad de Osaka (Japón) ha descubierto los beneficios que tiene beber acompañado, tanto para el corazón como para prevenir los accidentes cerebrovasculares.
Sus conclusiones están basadas en los datos de casi 20.000 hombres de 40 a 69 años, que aceptaron responder un cuestionario sobre sus hábitos de consumo de alcohol y se sometieron después a un seguimiento médico para evaluar su estado de salud. En los 9,9 años de seguimiento se diagnosticaron 629 ictus y 207 casos de enfermedad coronaria.
Los resultados, publicados en las páginas de 'Alcoholism: Clinical and Experimental Research', confirman que los varones que consumían más de 300 gramos de alcohol a la semana (una copa de licor tiene alrededor de 40 gramos) tenían mayor riesgo de sufrir un infarto cerebral, sobre todo de tipo hemorrágico, debido a que el alcohol eleva la presión arterial y también hace que la sangre se vuelva más líquida.
Por el contrario, al comparar los hábitos sociales, los investigadores confirmaron que quienes bebían moderadamente y lo hacían acompañados, tenían menos riesgo de ictus y de problemas coronarios. Sin embargo, aquellos que tenían pocas relaciones sociales y bebían alcohol en solitario tenían, además, hábitos de vida poco saludables. En general, el estudio subraya que los bebedores solitarios eran más sedentarios, tenían mayores niveles de estrés y desempleo, solían carecer de pareja y tenían acceso a menos chequeos médicos de forma rutinaria.
Y es que, claro, no es lo mismo utilizar la bebida como elemento de socialización (tal como ocurre en muchos países -entre ellos, precisamente Japón-) que para ahogar las penas. Según los investigadores, los bebedores moderados tienen una mayor red de contactos sociales que quienes consumen más de 300 gramos de alcohol a la semana; un apoyo social y familiar que también repercute positivamente en la salud cardiovascular y acentúa las ventajas que pueda tener el alcohol a bajas dosis.
El problema aparece cuando se emplea el alcohol como única herramienta de socialización, pero ese ya es otro debate.
2 comentarios:
Bebedor moderado, bebedor social... Suena mal, ¿no? ¿No se puede uno socializar con un trina?
Lo que de verdad es bueno para la salud es, por ejemplo: conversar con la familia y los amigos todas las veces que se pueda, reirse de cualquier tontería juntos y hacer muchas cosas acompañados. Una cervecita de vez en cuando no hace daño a nadie desde luego, pero tampoco está mal un refresco, un café o un zumo. Lo importante, repito, es comunicarse y con algo para beber y para picar mucho mejor.
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