jueves, 26 de noviembre de 2009
viernes, 6 de noviembre de 2009
Cuestión de narices

Un trabajo publicado recientemente en 'Current Biology' explora minuciosamente los entresijos de la memoria olfativa. El estudio revela cómo los olores se quedan grabados en el cerebro, y eso que la evolución nos ha privado de la magnitud olfativa propia de los animales. En nuestro mundo, distinguir los olores ya no es una cuestión de supervivencia pero el cerebro de los seres humanos conserva aún algunos vestigios de lo que al principio de los tiempos fue un potente sentido. Así, podría decirse que las personas que tienden a olerlo todo poseen un mayor instinto animal o primitivo que aquellas que se sirven única o principalmente de la vista, por ejemplo.
Investigadores del Instituto Weizmann de Ciencia (Israel) describen un sorprendente descubrimiento: la primera asociación de un objeto con un olor tiene una representación cerebral única. "Esta grabación de los recuerdos olorosos iniciales es similar para los olores agradables y desagradables, pero es única a estas sensaciones", explican. Esta capacidad para recordar olores concretos es muy sorprendente si se tiene en cuenta que las neuronas del epitelio olfatorio tienen una vida media de 60 días. Tras su muerte, son reemplazadas por otras células nerviosas que deben establecer de nuevo las sinapsis. Una extremada precisión en el recambio celular (cada sustituta ocupa un lugar concreto) permite que los recuerdos no desaparezcan.
Cualquiera, por su experiencia personal, sabe de la capacidad del olfato para traer o evocar recuerdos. La sensación que producen los olores en nuestra memoria puede ser más fuerte, profunda y real que la que nos brinda la vista, el oído o el gusto. Sin embargo, hay más datos que hablan de las profundas raíces de este sentido. Por ejemplo, la pérdida total del olfato (denominada anosmia) puede ser un síntoma precoz del Alzheimer, el síndrome de Churg-Strauss u otras enfermedades neurodegenerativas. Pero también puede ser un simple resfriado. De cualquier modo, sería bueno que a partir de este momento dediquemos parte de nuestros esfuerzos a mantener despejadas las fosas nasales. Y ahora que sabemos que los recuerdos olfativos permanecerán en el disco duro por bastante tiempo, haremos bien en 'meter las narices' en todo aquello que queremos y nos haga sentir bien. Sólo entonces, tal vez podamos responder a la pregunta de a qué huelen las nubes o a qué huele la amistad, el amor... o la vida misma.

viernes, 30 de octubre de 2009
Los buenos siempre ganan

No se puede estar más equivocado. La bondad es la virtud sin la cual es imposible alcanzar el éxito. Es verdad que, por sí sola, no es suficiente para llegar a él. Al fin y al cabo, la vida es una ecuación y en ella influyen varios factores. Seguramente debe ir acompañada de talento, voluntad (automotivación) y oportunidad. Pero no cabe duda de que sin ella estamos muy perdidos.
La bondad siempre mira a largo plazo, de forma global -porque no es individualista-, tiene visión de futuro, es paciente y generosa, no busca la satisfacción inmediata y siempre ve más allá. El tío que es malo puede llegar lejos muy pronto engañando a quien se le ponga por delante, pero tarde o temprano la fastidia. Deja de ser querido (tal vez nunca lo fue) porque es incapaz de querer y de pensar en los demás. No tiene en cuenta el factor humano de sus decisiones y eso, al final, pasa factura. Normalmente, su visión del mundo también es negativa y justifica sus actos pensando que él poco puede hacer por cambiar las cosas, que sólo puede dejarse llevar en una sociedad que vaga a la deriva, que tiene que devorar para no ser devorado, etc. O sea, que al final se convierte en una víctima. El pobrecico...
Y luego está la conciencia. El que sabe que ha hecho todo lo que ha estado en su mano para contribuir a un bien no se flagela si al final todo se desmorona, pero aprende de sus errores para hacerlo mejor la próxima vez. El que anda siempre con chanchullos, engañando a la gente para alcanzar su propio bienestar, pisando al que tiene debajo para subir peldaños, llega un momento que tiene que echar la vista atrás y enfrentarse a sus actos. Quizá sea tarde, pero ese momento llega. A veces, viene obligado por la acción de los demás (que no son tontos y se dan cuenta de la manipulación). Otras, por un examen interno. El caso es que se cae del pedestal y le sobreviene una depresión de caballo (esto solo en caso de lucidez de conciencia). Así que, en última instancia, nunca ganan los malos.
El respeto real se obtiene de la bondad, y sin respeto -propio y ajeno-, no hay éxito que valga. Es la única virtud que es capaz de transmitir al mismo tiempo amor, tolerancia, verdad y generosidad. Además, así como otras virtudes nos vienen (o no) dadas, tales como la belleza o la inteligencia, la bondad depende de nosotros. Podemos ser todo lo buenos que queramos, pero cuesta. A veces cuesta más que hacerse una operación de cirugía estética para estar más guapos. Pero el resultado merece mucho más la pena.
jueves, 15 de octubre de 2009
Una lección para las industrias farmacéuticas

Durante los dos años posteriores a la vacunación –periodo establecido por los investigadores por ser la duración de la inmunidad conferida por la vacuna disponible en la actualidad- se registraron 20 episodios de cólera en el grupo que recibió la inmunización y 68 en el del placebo. Estos datos sitúan la eficacia protectora de la vacuna en un 67%, observada tanto en niños menores de cinco años (grupo especialmente vulnerable) como en el resto de edades. No se detectaron efectos adversos de relevancia.
Pero aún más determinante resulta la cuestión del precio. Mientras que WC/rBS se vende a unos 20 dólares la dosis en Bangladesh, el remedio de Shantha Biotechnics, la compañía india que se hará cargo de su producción, será mucho más barato.
Al margen del exitoso resultado del ensayo, la historia de esta vacuna tiene un mensaje ulterior: la importancia de que fuera de los circuitos farmacéuticos habituales pueda desarrollarse un producto eficaz y la demostración de que la colaboración internacional es útil a la hora de proporcionar soluciones por y para los países pobres o en desarrollo.
Ahora sólo nos cabe esperar que esta noticia sea un buen ejemplo para otras iniciativas de desarrollo de vacunas, especialmente contra la malaria y el VIH, que fomente el compromiso de la industria y el mundo académico en la solución de una necesidad sanitaria urgente para todos.
domingo, 11 de octubre de 2009
Contagios positivos
Hay contagios que una desea que le inunden hasta los tuétanos, como el que es capaz de provocar una buena canción.
El programa de Oprah, uno de los más vistos en EEUU, reunió en Chicago a miles de personas para corear I gotta feeling de Black Eyed Peas, y el resultado fue espectacular:
lunes, 5 de octubre de 2009
¿JÓVENES PARA SIEMPRE O ETERNAMENTE VIEJOS?
El envejecimiento de los mamíferos está determinado por los diversos cambios bioquímicos que se producen en sus células, y uno de ellos es la reducción de la espermidina, que se encarga en las etapas tempranas de la vida de favorecer el crecimiento y la maduración celular. Sin embargo, a pesar de esa evidencia, la comunidad científica no había concretado hasta ahora si la espermidina era la causa o el efecto de ese envejecimiento. El reciente estudio disipa esta duda y explica que esta molécula es capaz de reparar el proceso natural de deterioro y necrosis celular ayudando a éstas a eliminar los residuos peligrosos que se van generando e instalando con el paso del tiempo en el corazón de la célula. Así que ahora toca probar qué efectos tendrá en el hombre la aplicación de esta molécula y a través de que vía se administrará.
Pero eso no es todo. Resulta que un reportaje de El Mundo se descuelga también este fin de semana asegurando que más de la mitad de los nacidos a partir del año 2000 alcanzarán los 100 años de edad. Y encima, sin perder calidad de vida, un hecho casi de ciencia ficción para cualquiera de nuestros antepasados. Según otro estudio realizado en 30 países desarrollados (entre los que se incluye España), si la esperanza de vida sigue evolucionando al mismo ritmo que lo ha hecho durante el siglo XX, más del 50% de los bebés nacidos desde el año 2000 podrán, como norma habitual, celebrar su centenario sin muchas complicaciones. Y no sólo vivirán más, sino que también vivirán mejor.
La buena noticia la da un equipo de investigadores de la Universidad de Dinamarca y del Instituto Max Planck de Alemania en la revista 'The Lancet'. Su análisis de distintos factores sociodemográficos y sanitarios les permite afirmar que, incluso si las condiciones de salud de la población no mejoraran durante este siglo, tres cuartas partes de los bebés de hoy día vivirán más allá de los 75 años.
Pero es que aún hay más. La antes inalcanzable meta de los 100 años no es el tope al que puede llegar un individuo. "El incremento lineal en la esperanza de vida observado durante los últimos 165 años indica que no hay, de momento, límite a la vista para la duración de la vida de una persona", escriben los autores. ¿Será posible? Tanto aumenta la esperanza de vida que los expertos en demografía ya no hablan sólo de tercera edad sino que han añadido una cuarta edad para definir a aquellos mayores de 80 años.
¿Y los que disfrutamos de una relativa juventud en estos momentos? ¿Los que estamos entre Pinto y Valdemoro? ¿Qué será de nosotros? ¿Llegaremos a rozar la inmortalidad? Pues no, casi con toda probabilidad que moriremos. Pero eso sí, si los acontecimientos se suceden sin muchas complicaciones, lo haremos más tarde de lo que lo hicieron nuestros abuelos, con menos arrugas, menos dolor y con más experiencias vividas. De momento, es lo que hay, que no es poco. Aunque dentro de, no sé, 100 ó 200 años, todo parece indicar que las generaciones futuras mirarán al pasado y dirán: "¡Qué penica, antes la gente se moría joven, pocos pasaban de los 100 años. Pobres...!". Esto, irremediablemente, cambiará la forma de vivir la vida, aunque hay cosas que, por suerte o por desgracia, dejan poco margen al cambio.
Dicho esto, y a sabiendas de que ambos estudios son reveladores, tengo que decir que tampoco me preocupa demasiado el tema de la longevidad -o incluso de una posible futura eternidad-, aunque sí el de la juventud. No me cuesta asumir que algún día moriré, pero me resisto a dejar de ser joven. Y por juventud entiendo no precisamente tener una edad determinada o más o menos arrugas, sino mantener la pasión por vivir, tener conciencia plena de la vida y, de vez en cuando, contar con la salud necesaria para poder dar saltos de alegría. Poder amar con plenitud, jugar, viajar y reír.
Si puedes hacer todo eso, ¿qué más da los años que tengas?
viernes, 2 de octubre de 2009
Tanto monta, monta tanto, Ferrari como Fernando

El mejor piloto del momento y el equipo más grande de la historia. Esto sí que es un acontecimiento histórico interplanetario y no lo que creía Pajín. Ambos se necesitan en este momento: Alonso, para despegar definitivamente hacia el Olimpo de los dioses; y Ferrari, para encontrar por fin un líder sólido sobre el que apoyarse, tras la marcha de Schumacher hace ya tres temporadas.
Con 29 años y una ambición renovada tras permanecer dos años en sequía, Alonso se toma medidas del mono en color rosso corsa. Seguro que le sienta fenomenal. Mucho mejor, dónde va a parar, que el uniforme de los años 50, como el que llevaba el italiano Alberto Ascari, el hombre que llevó a la maquinaria roja a conseguir su primer título del mundial de pilotos en 1952 (y que repitiría un año más tarde, antes de su fatal accidente en el circuito de Monza en 1955). Menudas pintas.