viernes, 2 de enero de 2009

LA PARTE 'FREDY' DE LA VIDA


Las historias más bellas de superación y amor humanas se ocultan a veces en caminos difíciles de andar, en sendas tortuosas que no son sino parte del camino de la vida. La dignidad, la nobleza, la humildad y la sabiduría con que algunas personas atraviesan estos 'baches' las convierte en un ejemplo para todos los que las rodean, un atisbo de luz y esperanza donde la mayoría sólo ve tristeza y desesperación.

Es el caso de Alfredo Mendoza del Ángel, más cariñosamente conocido como "Fredy". Sus amigos lo describen como un ser noble, desinteresado, leal y, sobre todo, alegre desde su más tierna infancia, lo que le ha hecho ganarse el cariño de todos. Actualmente, tiene 36 años, es mexicano, está casado y tiene dos hijos. Hace ya seis años que le diagnosticaron "esclerosis múltiple", una enfermedad crónica que ocasiona trastornos sensoriales y del control muscular. Ninguno de sus amigos de la escuela ni de la universidad pudo siquiera imaginar que esa enfermedad podría atacar a Fredy, un hombre deportista, amante del fútbol y que, según sus compañeros, "tenía todas las características de un jugador brasileño: menudito, moreno, hábil y con un juego picaresco".

Pero la enfermedad no hace distinciones y, poco a poco, sus piernas empezaron a flaquear. Más tarde, cayeron exhaustas hasta el punto de no responder nunca más las órdenes que salían de su cabeza y de su corazón. Sin embargo, a medida que las capacidades físicas de Fredy iban disminuyendo, las fortalezas del alma se hacían invencibles. En estos seis años de lucha nunca le ha faltado una sonrisa hacia los suyos y ha vivido con la misma ilusión y alegría de siempre. Aceptó su enfermedad como algo que no puede cambiar, pero decidió mantener una perspectiva y una actitud esperanzadora, vitalista, asumiendo que todo lo que le pasa forma parte de la vida misma. Incluso siguió trabajando para poder sostener a su familia hasta que el pasado mes de noviembre la empresa donde trabajaba cerró, y con ella se fue el ingreso, no sólo para mantener las necesidades familiares, sino también para pagar el tratamiento de su enfermedad. Ante esta nueva prueba del destino, sus amigos decidieron movilizarse, pedir ayuda y contribuir a los cuantiosos gastos de Alfredo -que seguirá trabajando hasta que su cuerpo lo permita-. Hasta lo que sé, parece que las palabras de sus amigos han llegado a un corazón sensible y sensato, así que tenemos entre nosotros a un nuevo miembro montecanalero. Bienvenido.

El camino que muchas personas como Fredy tienen por delante es difícil de andar, pero por eso mismo su marcha tiene más mérito. Sólo por el hecho de encarar el viaje con la cabeza en su sitio, enseñando al personal que la cosa no se acaba en una silla de ruedas, su vida tiene más sentido del que tienen muchas otras que pasan por el mundo de puntillas. Y es que cuanto más fina es la cuerda por la que pisa un equilibrista, mayor valor tiene cada paso. Fredy y su familia cruzan un tramo complicado, apenas pendientes de un hilo, pero a su lado caminan un puñado de amigos que le tienden la mano y que le animan a cada paso. Y así es imposible caerse.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Es un comportamiento positivo que supongo le costará mucho llevar, aunque nadie lo vea, pero que seguro sentirá cuando se encuentre sólo en su habitación. Un ¡bravo! por él y por muchas personas anónimas que pasan por desdichas parecidas aunque ni tan siquiera sus amigos y familia lo sospechen.