martes, 30 de diciembre de 2008

COME MENOS PARA VIVIR MÁS


La noticia no ha saltado en el mejor momento, pero precisamente por eso hay que prestarle más atención. La revista Nature publica en su último número del año un estudio que asegura que comer poco puede alargar la vida de los mamíferos. A esta conclusión ha llegado un grupo de científicos japoneses -que de comer poco saben un rato-, que estudió el efecto que tiene la enzima RHEB-1 en la duración de la vida y de cómo este componente se altera en función de la ingesta calórica de cada individuo. Así, según esta investigación, "la restricción alimentaria es la intervención más eficaz y más reproducible para extender la esperanza de vida en especies completamente diferentes".

Y esto nos lo dicen ahora, después de ponernos tibios de turrón y de empapuzarnos a langostinos y tostas de foie (muy buenas para el hierro, por otra parte). Si nuestras bisabuelas levantaran la cabeza nos dirían que eso no puede ser, que por algo se dice "estoy muerto de hambre" y no "estoy muerto de chuletones". Pero esto es lo que hay. Y mira por dónde nos encontramos otro argumento más para sacar lo bueno de la crisis, y es que a falta de langosta, jamón de jabugo o percebes, buenas son las ensaladas de lechuguita y tomate. Al menos, nos harán vivir más... ¿y mejor?

Los científicos de la Universidad de Kioto hicieron sus investigaciones con una especie de gusanos de tierra, aunque afirman que la teoría es aplicable también a los mamíferos en general. Así, pudieron comprobar que los gusanos que dejaban de comer durante dos días incrementaron en torno a un 50% su longevidad. Además, los que ayunaban cada dos días eran más resistentes a los procesos de "estrés oxidativo" y mostraron menos síntomas de declive físico relacionado con el envejecimiento. Sin embargo, los animalillos a los que se dio libertad para comer cuanto quisieran terminaron enfermando y físicamente sin fuerzas.

Dicho esto, a ver quién es el guapo que se priva del Roscón de Reyes o, mejor aún, quién es el valiente que se mete entre pecho y espalda esta bomba de relojería. Por mi parte, he decidido que me voy a comer el trozo justo que me permita vivir hasta los 95 años, ni más ni menos. Que tampoco es cuestión de perpetuarse indefinidamente en el tiempo. Aunque sería curioso poder ver y oír lo que se cuece dentro de 65 años...

2 comentarios:

Anónimo dijo...

¿Uno?, ¿dos?, ¿tres?, ¿cuatro años más?. No creo que importen mucho si hay que llevar una vida de lechuguita y tomate, y eso que a mi, además de comer langosta y percebes y regarlos con buen vino, lo que de verdad me gusta es charlar con mis amigos y conocidos, leer lo que me gusta y oir lo que quiero escuchar. En serio, siempre se ha dicho: En el término medio esta lo clave.

Anónimo dijo...

comeremos roscón (yo seguro que repito...) y al dia siguiente...comeremos el roscón que sobro.
EFECTIVAMENTE, NO SOMOS JAPONESES!!
FELICES REYES!!
SUE