viernes, 5 de diciembre de 2008

¿Te han contagiado de felicidad?

Cuando una persona te diga que puede hacerte muy feliz, fíjate primero si ella es feliz. Porque tendrás muchas más posibilidades de serlo por simple contagio. Según un estudio realizado por investigadores de la Universidad de Harvard y de la Universidad de California en San Diego, las personas con amigos dichosos son más proclives a sentir la felicidad en sus propias carnes.

Para darle una base científica a una idea que ya muchos sospechábamos, los científicos han echado mano de los datos arrojados por una investigación que se ha centrado en estudiar las relaciones entre 5.000 personas (a los que se denominó 'egos') y varios de sus conocidos ('alter'): padres, hermanos, pareja, hijos, vecinos, compañeros de trabajo y amigos. En total, más de 12.000 individuos estaban conectados entre sí y constituían alrededor de 53.200 vínculos sociales.

Sus análisis demostraron que las personas felices suelen estar vinculadas entre sí (lo mismo que las desdichadas). Así, una persona tiene un 15% más de probabilidades de sentirse ufana si está conectada con un 'alter' feliz; aunque a medida que la relación se va distanciando (amigos de amigos, vecinos, compañeros de trabajo...) estos porcentajes se van reduciendo. Por eso, las personas más felices son las que se encuentran en el centro de grandes redes sociales, mientras que las personas que ocupan la periferia de estas relaciones sociales se sienten menos satisfechas.

Ni qué decir tiene que mi neurona positiva está totalmente de acuerdo con estas afirmaciones. Sabe que su estado emocional no sólo depende de las acciones o elecciones que ella hace, sino también de las acciones o elecciones que hacen otros que están cerca de ella. Por eso busca que otras neuronas le contagien su alegría. Además, el estado de ánimo también influye en la salud: la felicidad está relacionada con factores tan diversos como la calidad de vida, la satisfacción en el trabajo, las buenas relaciones sociales y familiares... Y como tal, no es extraño que se vea mermada cuando alguien está enfermo o que la depresión y la ansiedad influyan negativamente en algunas patologías. Incluso la Fundación Británica del Corazón reconoce que "algunos condicionantes psicosociales se pueden transmitir a través de las conexiones sociales", así los individuos más felices tienen niveles más bajos de cortisol durante todo el día (relacionado con menos estrés o ansiedad), una respuesta inflamatoria atenuada y una mejor salud cardiovascular.

Resulta que acciones que durante años han sido tachadas de locuras, o propias de gente que debería estar interna en un manicomio, como hablar con las plantas, abrazar un árbol, bailar en un supermercado, etc., son ahora, según los expertos, un verdadero antídoto contra el hastío y la depresión. Y no sólo eso, sino que además este estado de ánimo se contagia donde quiera que vayas. Así que si un día me ves riéndome sola y sin motivo aparente, o bailando en el Mercadona, o correteando sin rumbo cual liebrecilla bajo la lluvia no vuelvas a pensar que estoy loca, lo único que me pasa es que me han contagiado el virus de la felicidad. Entonces ya estaré lista para hacerte feliz a ti.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Pienso que las personas inteligentes no pueden ser felices. Pueden ser más o menos dichosas en más o menos momentos. Aunque no cabe duda de que la familia, los amigos, los compañeros del trabajo, nuestro entorno en general influyen positiva o negativamente en nuestra felicidad. Pero... hablo como si dependiese de los demás. También con mi actitud influyo en los que me rodean. También puedo contagiar con mi alegría, sin esperar a que vengan a hacerlo los demás.

Sara Lasheras dijo...

No sé si las personas inteligentes son más o menos felices. Quizás son más conscientes de las injusticias, las desigualdades, o los males que las rodean y eso no les deja ser todo lo felices que quisieran. Pero también es verdad que una persona inteligente reconoce la felicidad en cuanto la tiene delante. Y la aprovecha. Muchas gracias por estar ahí, me ha gustado tu comentario.