jueves, 20 de noviembre de 2008

ESOS LOCOS -Y QUERIDOS- BAJITOS


En 1956, la Asamblea General de Naciones Unidas recomendó que se instituyera en todos los países un Día Universal de la Infancia, que se consagraría a la fraternidad y a la comprensión entre los niños y las niñas del mundo entero y se destinaría a actividades propias para promover el bienestar de los más pequeños. Así, el día 20 de noviembre marca la fecha en que la Asamblea aprobó la Declaración de los Derechos del Niño en 1959 y tuvo lugar la Convención sobre los Derechos del Niño en 1989, motivo por el cual todos los países decidieron instaurar este día como fecha simbólica.

Y es que, por nuestra propia pervivencia y por la esperanza de un futuro mejor, es primordial que veamos la necesidad de cuidar mucho de ellos. En lo que a niños se refiere, estamos tratando con material extremadamente sensible, delicado, casi inflamable. Y, aunque es verdad que en determinadas zonas geográficas unos problemas son más amenazantes y mortales que otros, no hay que olvidar que todos los niños, procedan de donde procedan, necesitan ser cuidados, amados y protegidos.

Según la ONU, los cinco problemas que más acucian a la infancia en la actualidad son la mortalidad prematura, la explotación laboral, la falta de escolarización, los maltratos y abusos sexuales, y la guerra. Pero existen más cuestiones a las que debemos atender y a las que, seguramente, tenemos más acceso a la hora de plantear soluciones.

Por ejemplo, la Encuesta de Infancia en España 2008, realizada por la Fundación SM, la Universidad Pontificia de Comillas y el Movimiento Junior de Acción Católica, revela que el 27% de los niños de entre 6 y 14 años (alrededor de un millón) aseguran sentirse solos en su casa al volver del colegio. Además, 300.000 de ellos pasan la tarde de los días laborables absolutamente solos en el hogar y 70.000 suelen cenar sin la compañía de los padres de lunes a viernes. Asimismo, casi 350.000 piensan que tanto su padre como su madre trabajan demasiado y, por esa razón, están poco con ellos. En el informe aparecen 15.000 niños y preadolescentes (12-14 años) que confiesan estar en una situación de incomunicación extrema con sus progenitores. Probablemente, estas situaciones provocan que 580.000 niños vean la tele todos los días durante toda la tarde.

Otra conclusión del estudio arroja el dato de que el móvil es el medio utilizado para paliar la incomunicación hasta el extremo de que el 47% de los chicos de edades comprendidas entre 6 y 11 años disponen de él. En el caso de los preadolescentes, la cifra sube hasta el 82%.

Y eso pasa aquí, en España, a nuestros hijos, vecinos, conocidos o a los hijos de nuestros amigos. Seguro que algo podremos hacer para enmendar la plana.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Es un asunto complicado y poco apropiado para mantener el pensamiento positivo. Habrá que hacer algo, pero las determinaciones que se tomen deberán tener en cuenta "siempre" que los padres son generalmente "mujer" y "hombre".

Anónimo dijo...

El problema no es si se pasa poco o mucho tiempo con los hijos. Si no lo que se hace con el tiempo del que se dispone. Cantidad contra calidad. En el fondo, se trata de si uno quiere ser padre, CON TODAS LAS CONSECUENCIAS, o no. Y me temo que hay cierto sector de padres que sólo tienen el título, no las ganas.

Sara Lasheras dijo...

Gracias por los comentarios. Sí que es un asunto complicado que no ayuda demasiado al bienestar de la neurona... Pero podemos intentar ser positivos a la hora de hacer frente a la cuestión.
La cantidad no tiene por qué ir reñida con la calidad, son cosas distintas. Mejor si es más tiempo el que les dedicamos y de mayor calidad. A veces, para hacer determinadas cosas "de calidad" necesitamos tiempo también.
De todas formas, de acuerdo en que la decisión de ser padres debe tomarse con todas las consecuencias, pero en el Día Mundial de la Infancia no debemos vernos sólo como padres sino como hombres y mujeres preocupados por la infancia en general.